Casa, hogar, rancho, morada, techo...el lugar que nos abriga, nos ampara, nos contiene. El lugar que cobija nuestros sueños y anhelos, el testigo silencioso del fluir cotidiano,refugio de travesuras, secretos, carcajadas, lágrimas, silencios.
La casa es, ese gran espacio que debemos o deberíamos ocupar, pero que sin embargo, a la gran mayoría NOS OCUPA. Todo parece girar en torno a ella: "el sueño de la casa propia", "la tranquilidad de tener una casa propia", "trabajar para tener una casa o, en su defecto, para pagar el alquiler". LA CASA, ese fantasma material que nos atraviesa de lado a lado.
La casa, siempre fue muy importante en mi vida. El espacio a habitar debía ser cómodo y estéticamente bonito. Me ocupe mucho de cumplir el cometido y mi casa siempre fue el templo, el lugar mágico, el refugio para mi alma alborotada.
Tengo en mi haber once mudanzas (aunque aveces creo que fueron más) , a lo largo de veintidós años he acarreado muebles, trapos, utensilios y tesoros varios. Cada mudanza además de un comienzo, renovaba la promesa de permanecer en el nuevo domicilio el mayor tiempo posible, " ésta es la última, la próxima a la casa propia" rezaba la promesa. Y parece que tanto prometer el universo complotó y al fin estoy en mi hogar. En ése en el que quiero permanecer para siempre, aunque para siempre sea mucho tiempo. Y resulta que tanto movimiento, tanto trapo, madera y papel girando y acumulando anécdotas, tanto guardar y sacar, guardar y volver a sacar, lo hacen a uno un poco más reflexivo, el hartazgo lo hacen a uno un poco más inquieto, en fin... el tiempo transcurrido es, fue y será un aprendizaje ...
Hoy comprendo que mi casa me habita, mi casa es amor, paz, armonía y felicidad, mi casa es mi templo, mi casa soy yo, y esté donde esté, ande por donde ande, siempre siempre estaré en casa.
Nada material es necesario en éste viaje, lo más importante lo llevamos dentro, y desde éste bienestar todo el resto es un gran detalle, adornos, objetos... pequeñeces que se pierden, se rompen, se tiran o simplemente se regalan.
Escribo este post casi en primera persona, porque todo éste proceso me atravesó de manera muy muy íntima... el duelo de despojarme de "mi casa" llevó su tiempo, desprenderse llevó su tiempo, el desapego llevó su tiempo...
Darle forma a éste sentir de amor en movimiento, salir del nido, del refugio, sentirme segura en la inmensidad de lo incierto, no es un acto de valentía, es un acto de amor, un deseo real, concreto, intenso...
Para quienes no terminan de comprender, para quienes no saben cómo voy a hacer, para quienes dudan... sólo puedo decir que lo esencial está conmigo, con nosotros... por eso fue tan fácil dejar la casa.
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